Mirada inquietante, alzo una ceja y me dijo que ella trato mucho tiempo de hacer lo mismo, su escritura le parecía una estupides, que su ingenuidad reinaba en su pluma al escribir, que era muy vulnerable al amor, y que no servia para eso.
Pasaron segundos de análisis, y di a practica el dialogo de la mirada, y ella lo entendió, siguió leyendo y faltándole una pagina para coronar su fin, se le escapo un suspiro apasionado y menciono algo muy revelante; Amo al escritor de este libro, el es el único que me hace entender.
Entender que? le pregunte.
Me ignoro.
Mire para el piso y vi una hormiga con un pedacito de pan en sus tenazas, mire hacia el lado de nuevo buscando a la joven enamorada y estaba empezando a guardar sus cosas para emprender un camino desconocido para mi, de ultimo guardo su libro, leí el nombre del escritor, y me di cuenta que ese amorío que sentía esa trigueña ojiazul, esa perdición a ese escritor, un hombre incógnito que se sentó al lado de ella toda esa tarde en el parque, el que vio una hormiga comer era yo, abominado por preguntas, y culpándome por haber sido tan testarudo al no preguntarle nada que nos podría haber relacionado de nuevo, no; no hice nada al respecto pero, en mi seguía esa ultima aclaración y seguí toda esa semana y ese mes.
El escritor era yo.
6/06/06
Julian Rodriguez