Por qué, la mayoría de relatos empiezan con:
“érase una vez”
o, ¿será esa la mejor manera de comenzar una historia?.
¡a la mierda con esas frases cuadriculadas!.
Lo que hoy contaré es algo real. Tan real como el dolor, tan real como la muerte.
Dennis v. descansa, luego de almorzar. carne de cerdo en salsa agridulce, un poco de arroz blanco y patatas. El cuarto o, cocineta de alimentos disipaba un ambiente tranquilo. El reposaba en un banco de madera con un pequeño espaldar; recuperaba energía para continuar el día. Dos metros delante la puerta, estaba el patio que dejaba ver algunas plantas y árboles adolescentes, de no más de uno o dos años. Tras ellos un muro de piedra roja; Con orificio de no más de veinte centímetros a lo ancho y largo del mismo, sin nada particular. Se alcanzaba a observar movimiento en el pequeño hoyo,
-- ¡Es una rata! --
dijo Dennis en voz baja.
Y recordó que las ratas hacen sus nidos en el suelo la mayoría de veces, no, a un metro del suelo en un muro de piedra roja. Algo se asomaba por momentos. Su vista no podía distinguir los rasgos de aquel animal curioso. (Con el pasar de los años, muchas cosas se van perdiendo, entre ellas la visión). La curiosidad lo hizo buscar sus lentes, que a pesar de muchos rayones y añadidos, funcionan para lo que se necesita. Pasaron unos segundos y allí estaba de nuevo la pequeña figura, observando en un rincón del hoyo, Acomodó sus lentes y .....
-- ¡mierda, no es verdad!--
dijo Dennis, en voz baja un poco asustado. Era un pequeño rostro de mujer el que asomaba en el rincón del hoyo. Cabello rojizo y ondulado, tés blanca, con facciones muy definidas. Y esos labios tan pequeños y bien formados que por un segundo despertaron gran atracción en Dennis. la que nunca habria sentido por una mujer de tamaño normal. El cerebro le saltaba, de asombro, miedo, ansiedad. sí.
pensaba en la locura,
¿será que estoy a un paso de perder los estribos? Pensó Dennis respirando con dificultad, agachándose.
Sacudío con fuerza su cabeza y seguío acercándose, el olor a humedad y, plantas frescas, mejoró un poco su ansiedad.
Se acerco despacio.
-- « Hola » --
Pronuncia Dennis estirando un poco el brazo. La reacción de la pequeña fue llevarse las diminutas manos a sus orejas. Dennis pudo darse cuenta que su voz era como oprimir la bocina de una tractomula en esos pequeños oídos.
-- disculpa --
Pronunció Dennis en tono más bajo, levantando un poco sus manos.
Ella, fue quitando las suyas de sus oídos. Y miraba con respiración agitada. Un traje de hojas verdes cubría el pequeño y esbelto cuerpo.
¡Era hermosa!
¡Tanto!
¡Que en ese momento maldijo, por no ser pequeño!
¡Por no tener el tamaño de un ratón!.
Y desprenderse de este mundo desolado y triste en el que vivía, y, poder vivir en ese pequeño hoyo, de ese pequeño jardín, Con esa pequeña mujer. El día había terminado y daba paso a la noche ennegrecida y, brotaron de la tierra y de otros lugares, otras diminutas mujeres no tan hermosas como la primera. Facciones guerreras, cuerpos macizos y luchadores, mostrando sus armas puntiagudas que brillan con la luna. Dennis nunca regreso a su taller .
La noche era tan oscura que parecía azul, las estrellas parpadean con cada deseo humano, con una sonrisa infantil, con un amor perdido, con un encuentro inusual.
Y así se cuenta y se vuelve a contar, este pequeño relato de nunca acabar.