Las peligrosas curvas de Nirgua son el último obstáculo entre nosotros y nuestro destino. Muertos, accidentes y ladrones de camino, conforman el palmarés de estas vías. La cafetera no parece conocer tanta historia y se adueña del camino a un montón de kilómetros por hora. Quisiera poder ver las montañas y los pinos, atisbar desde mi ventana hasta encontrar algún vestigio de fuego, restos de una carpa caída y mi cuerpo borracho en el suelo. Mientras más nos acercamos los recuerdos van surgiendo con mayor fluidez. Ya no puedo detenerlos. No quiero que se detengan. Los rostros, sobretodo los rostros. Ya Nirgua queda atrás y con ella sus curvas, el último peligro. Estoy tan cerca y me pregunto cuánto durará esta vez. Dos días tres días una semana un mes para siempre no sé.
Las primeras luces de Cabudare aparecen de pronto a la distancia. Si aquí hubiera un puente ya se habría escrito más de una canción. Hotel La Colina les da la bienvenida y comprendes que esta ciudad está llena de vida. Tanta emoción te nubla mucho más que la mente. Ya después es un inmenso declive que no logro recorrer con los años. He creído atravesarlo alguna vez, pero el final está ahí, siempre más lejos ...
¡Llegamos! ¡Finalmente llegamos!. Veo a la señora y me provoca abrazarla darle un beso, no importa que el chamo otra vez me esté babeando el pantalón quiero despertarlo decirle ¡llegamos! ¡despierta! ¡ya llegamos!, la mamá le da dos trancazos ya no tengo que decirle nada. El gordo se voltea me pregunta si me estaba estripando no no se preocupe ¡llegamos! ¡llegamos! resulta que mi asiento sí se reclinaba era el tipo de atrás que lo paraba no no se preocupe ¡llegamos! ¡llegamos!.
Me bajo como siempre antes del final y veo a la cafetera alejarse por la avenida Venezuela, rumbo al terminal. Comienzo a caminar y enciendo mi walkman. La señal es nítida:
"... yyyyy se terminó el juego. Ha ganado el Cardenales ... ".