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- Todavía no te podes mover, quédate descansando

- María tengo tantas cosas para decirte, seguís igual de bella como te recordaba

- Y vos seguís igual de loco que antes – me sonríe

- Sabes, nunca te pude pedir perdón por ponerte en peligro aquella vez, por mi culpa nos tuvimos que separar, yo te busque día y noche desde ese día pero simplemente desapareciste del mapa.

- No tenés por que disculparte, yo sabía que algún día ibas a cruzar esa puerta, pero no pensé que en esas circunstancias

- María

- ¿Qué?

- Te amo

- Yo también

La luz del atardecer entraba por la ventana, toda la habitación estaba de color naranja, ella estaba ahí, a mi lado, sosteniendo mi mano, me miraba con sus hermosos ojos, era perfecto sacando el hecho de que tenía la mitad de mi cuerpo vendado, entonces le dije

- ¿Te puedo hacer una pregunta?

- Dime

- ¿Estoy muerto?

Ella no me contesto, se levantó y siguió cocinado mientras tarareaba esa canción, yo mire al techo con decepción y respire profundo.

“El amor a veces nos hace vulnerables, desde un corazón roto hasta un impacto certero”

N.E.C

 

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