Hace unos días estuve a punto de suicidio, hoy cambié de idea, lo que quiero es matar a un maldito que estuvo metido varios años en mi vida y a quien coloqué en un pedestal como si fuera un santo… o un héroe: el descastado de mi marido.
Cuando mi hijo estaba por cumplir los dos años, ese que esa mi esposo me convenció de la necesidad de viajar a otro país, a buscar mejores oportunidades de trabajo, por el bien de los tres; le creí y él viajo. A los pocos meses a mi hermana se le ocurrió que también necesitaba cambiar de país porque en el nuestro jamás iba a progresar; en la familia todos le colaboramos para que realizara su sueño y viajó al mismo país donde estaba mi marido (aun seguía siéndolo).
Al principio los dos (él y mi hermana) se comunicaban con frecuencia; como suele ocurrir los mensajes se fueron distanciando hasta quedar en el silencio. Mi hermana se comunicó con nosotros para decirnos que no había encontrado lo que buscaba y por tanto regresaba al país. La esperamos en el aeropuerto y fue grande la sorpresa al verla con sus maletas de viajera y un niño de unos tres años de la mano. Bueno, eso suele ocurrir de manera que no entramos a cuestionarla para nada.
Al paso de los días encontramos todos demasiadas similitudes entre mi hija y el hijo de mi hermana, como se llevaban solo dos años y algunos meses, en esa edad que no sentimos vergüenza de nada, pues con mi madre, viuda joven y aun atractiva, y otra hermana un día desnudamos a los dos chiquillos y oh, sorpresa… como pueden suponer ustedes tenían muchas señales comunes, en especial lunares en el mismo sitio, dos verrugas en el pie derecho, una mancha de la familia de él, el color del pelo y de los ojos… ¡El hijo de mi hermana y mi hija eran hermanos! al enfrentar a mi hermana y después de horas de gritos, amenazas, llantos y maldiciones, reconoció que su hijo era de ese señor que aun era mi esposo legalmente.
Mi madre tomó la decisión de demandarlo y contrató a un abogado que se trasladó con ella al vecino país a pactar los términos del divorcio y aclarar la situación de mi hermana. Como yo estaba con una depresión mayor y a puertas de suicidarme me impidieron el viaje pero me aseguraron que el canalla debía presentarse ante los tribunales de Colombia a firmar los papeles bajo amenaza de denunciarlo a inmigración porque se encontraba como ilegal en Venezuela.
El tipo vino después de que mi madre y el abogado le garantizaron su seguridad y que sus dos víctimas lo único que deseaban era solucionar cuanto antes el enojoso y desgraciado hecho. Debo aclarar que con mi hermana ni nos saludamos y los dos niños tienen prohibido encontrarse y menos hablar, pero como la sangre es más espesa que el agua se las ingenian para jugar y compartir muchas horas en la inmensa casa familiar a escondidas de todos y a salvo de los odios familiares.
Con el tratamiento psicológico se desvanecieron en mí los deseos de quitarme la vida y así paso el tiempo. Ahora era soltera legalmente y podía rehacer mi vida. El hombre pagó lo que pactaron con el juez y se esfumó sin dejar rastro. Ahora mi único deseo es asesinarlo, matarlo, masacrarlo, herirlo de la manera más dolorosa y cruel. Pocos meses después de su partida definitiva mi madre empezó a enfermar, casi no se levantaba para nada y vomitaba todo lo que comía. Un día en medio del llanto nos llamó a mi hermana y a mí y entre un llanto desgarrador nos confesó que esperaba un bebé del mismo desgraciado…
Edgar Tarazona Ángel
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