Maldita sea la hora en que llegas depresión, la verdad no te llame, ni me gusta que llegues a mí.
Aquí estoy una vez más en la recámara viendo y pensando como todo pasa, como el tiempo se está adueñando de las cosas que más queremos.
¿Por qué tantas personas se alejaron de mí?
¿Por qué mi supuesto amigo se fue de la nada? Si lo llegue amar y decía que me amaba.
Hay una voz dentro de mi corazón diciendo que todo lo hago mal, que nunca seré la suficiente, que todos los que fueron de mi lado se fueron por mí, una vez más mi familia me daba la espalda, y recordándome que todo lo hice mal, avisándome de que todo lo que haga en un futuro probablemente será un error, que siempre voy a fallar (me).
Una voz dentro de mi pensar grita desconsoladamente que me vaya de una vez por todas, que deje lo terrenal, que nunca hago nada a derechas, DESAPARECE, todos me odian especialmente el, ese, él chico que me vuelve loca.
Son tantas preguntas que llegan a mí, sin poder responderlas, anhelo que algún día acabe esta pesadilla, tal vez muchas pensarán que es tonto que una chica a mi edad este con esas pendejadas de depresión.
-¡Pero no!
No se las razones por las que llegan a mí, en días tan duros, que lo único que hago es llorar en silencio. Quiero que todo se acabe, quiero alzar mi cabeza y decir no más, yo demostraré quien soy, y callaré muchas bocas, no quiero que una palabra destroce mi vida o día, sé que pensar así va a mejorar mi autoestima, pero la depresión no creo que nunca se marche de mí.
Malditos días grises, que poco a poco se hacen apagar. Maldita sociedad que no valora a nadie, maldito todo aquel que lastima.