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El niñito avanzó con pasos inseguros y tambaleantes hasta el señor que, según decía su mamá, era su padre.

Al llegar junto a él se agarró de sus rodillas rodeándole las piernas con sus bracitos regordetes de infante; tan sólo tenía un año y medio de nacido.

No comprendía   que le impedía  a su famoso padre corresponder a su infantil caricia tan espontánea y tan tierna...

La Gloria y la Fama se habían llevado los afectos del progenitor famoso dejando tan sólo una estatua familiar.

OSIRIS

 

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Juan carlos Restrepo villegas Abrazo una estatua sin sentimientos que nunca le diría. hijo. Muy bueno felicidades.

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