Me acosaba libremente mientras veía unos cigarros atrapados y lejos de mi en un cristal inseguro, feo y frío, sin nadie quien los fumara o tuviera dinero para comprarlos.
Entonces llegaste y me tomaste del mentón, viste mi cicatriz en forma de ignorancia y perversión incauta, sacaste mi ojo izquierdo, el bueno, el que te vio por primera vez, pero creo que valió la pena, este cigarrito está mejor que tú.