Habíamos jurado proteger, del mal
lo que es nuestro planeta.
Y, a través del tiempo, lo hicimos bien.
Cumplimos cabalmente nuestra meta.
Pasamos a través de cambios y muerte.
De destrucciones y renacimientos.
Vimos a la humanidad nacer,
Y crecer y descubrir conocimiento.
Y poco a poco aflojamos la vigilia,
Pues la humanidad había despertado.
Y aunque guerras entre ellos no faltaban,
El planeta estaba asegurado.
Pasó el tiempo y nosotros nos dormimos.
En eones se medía nuestro sueño.
Y entretanto el planeta padecía,
Ya que el humano se creyó su dueño.
Después de largos siglos de letargo,
Poco a poco fuimos despertando.
Y recorrimos el planeta palmo a palmo.
Y la vida en el planeta era llanto.
Pues con horror pudimos constatar,
Que el hombre lo había acabado.
Buscando su propio bienestar,
Al planeta el hombre había socavado.
El equilibrio que debimos proteger,
Fue dañado por la avaricia del hombre.
Y seres vivos, que debieron florecer,
Desaparecieron y se olvidó su nombre.
Y el humano se había proclamado,
Superior a los seres vivientes.
Y ahora busca desplazar a Dios,
En loca avaricia de su mente.
Pero ahora, hemos despertado.
La matanza ha de terminar.
El hombre se ha forjado su futuro.
Y por este se ha obligado a transitar.
No es venganza y tampoco es castigo.
El hombre solito ha escogido,
Caminar por el filo de la envidia,
Y caer en lo que eligió como destino.
Y ahora llevaremos los sucesos,
Pues las riendas están en nuestras manos.
Y no habrá clemencia para nadie,
Pues solitos escogieron dichos hados.
Miércoles, diciembre 04 de 2019