Mi mundo es felicidad, ya que no hay otra salida.
Pues la prisión de la verdad no es una tarima.
Tan sólo queda sonreír, demente, cual verdugo,
Cuando al caer la hora fatal al muerto yo desyugo.
Qué triste, triste emoción, salir hacia afuera,
Y ver la luz por vez primera y ver una quimera.
Y ver que la realidad del ser, deslumbra cual candela,
Y quema, quema sin dolor, consume toda vela.
Oh, sí, designio fatal: fatal como mi rima,
Que hila versos sin parar, buscando una salida.
Y atrapado como mi alma, en jaula de hierro,
Criando alas para volar, cortadas por un fierro.
Y ver, detrás de un espejo, felicidad de otros,
Cuando feliz contigo estás, sin importar los costos.
Sin importar si existe el bien o el mal es el que rige.
La oscuridad y el amor, y el velo que divide.
Locura es estar así, sin tono, ni motivo,
Rimando letras sin parar, buscando lo divino.
Cansado de toda la maldad y del desengaño.
Y de la esperanza, que es mortal, como un soterraño.
No puedo ir yo más allá de lo que ven mis ojos,
Y caminar hasta el final, estando de hinojos.
El fin no importa; el camino: es lo importante.
Y el recorrerlo como otros me hace un farsante.
En la mentira que hoy por hoy, quieren llamar vida,
Somos esclavos de mercantes: hundidos en rutina.
Hundidos en miseria de nuestro hedonismo,
Destruyendo lo que somos, justificando el barbarismo.
Y nuevamente, otra vez, de dientes para afuera,
Para el mundo soy feliz, disfruto la quimera.
Pero detrás de la sonrisa, existe una mente,
Y un alma y un corazón que todo lo comprenden.
Lunes, Agosto 12 de 2019