Encuentros nocturnos de un hombre y una mujer, prisioneros de la red, a través del chat.
Es de noche y te espero.
Con un deseo inmenso,
te espero pavorosamente;
con el deseo de no tener que desear más
que llegue ese momento,
en que el encuentro virtual
deshará mis fuerzas
y me tendrá cautivo en la pantalla.
Ese momento en el que podré leer tu voz
y podré oír tus palabras;
que llegará trayéndome solaz a los oídos.
Y al despedirnos, ha de quedar eterno en mí
el espacio que formamos;
el instante temido, efímero y agraz.
Y sin embargo, deseo ese momento.
Y te espero pavorosamente…