En uno de tantos días estivales y ventosos del mes de julio, anticipándose a las vacaciones escolares que están tras la puerta, Pedro y sus amigos decidieron organizar un concurso de cometas, por lo que un sábado muy de mañana salieron de excursión al Panecillo, desde cuya cumbre alistaren sus cometas con el hilo y la cola, comprobando también que el armazón de carrizo esté seguro, y el papel de seda bien templado.
La cometa de Pedro de color celeste y forma de avión era la que más alto volaba, lucía una larga cola de vivos colores que el vaivén del viento parecía una alegre culebra bailarina. Pedro estaba feliz porque su cometa iba ganado el concurso, volaba muy alto. Él la dirigía saltando y templando el hilo; su avión daba vueltas, subía, descendía o se dejaba llevar por la corriente de aire.
Como los amigos de Pedro sabían que él era un experto en hacer volar cometas, le alentaban gritando: “ras…ras…ras…tu cometa ganará, es la que el premio se llevará… “Pedro les respondía: ¡miren como vuela, sube y baja sin cesar!”. Pero por conversar se distrajo y soltó el hilo de su cometa que cayó hasta enredarse en unos cables eléctricos. Cuando se dio cuenta está ya no volaba en el cielo azul. ¿Qué pasó con mi cometa? ¿Dónde está?... se preguntaba angustiado y en voz alta; la buscaba sin tregua.
Pedro y sus amigos, después de buscarla por largo tiempo, se entristecieron dándola por perdida; bajaban apenados. Pedro decía: “Esto me pasa por distraído”. Todos comentaban: Cuán airosa volaba!...
Cuando de repente, al llegar a la ciudad, vieron a la cometa enredada y rota entre los alambres.
Pedro entonces, preso de ansiedad, trepó por el poste, desenredó a la cometa y la llevó a su casa; comentó a sus padres las hazañas de ella en el aire, y de la pena que sentía por tenerla rota.
Fue tanta su aflicción que ésa noche soñó que él mismo volaba como su cometa: se elevaba, descendía, se dejaba mecer por el viento en el ancho cielo azul y, además, que sus amigos le hacían barra gritándole: “ras…ras…ras…Pedro vuela, vuela, sin cesar que tus sueños vuelan como la cometa en el ancho espacio.
DELIA ELOÍSA DOUSDEBÉS VEINTIMILLA
Tomado del libro ¨Baúl de tesoros¨
Autora Teresa Crespo de Salvador