Algún día se enterarían de quién era el que movía el espejito. El placer que me producía ese pensamiento en fantasías, se desvaneció al chocar con la realidad.
Aquel 19, con su cielo teñido de rojo, trajo la certeza, hizo presente lo inefable. Desde ese día mi pueblo ya no vive, sólo deambula hastiado de convicción, carente de asombro.
Algún día se enterarían, y pensé que se pondrían felices y estupefactos al saber que era yo quién movía el espejito.