Nunca supimos quién era ni cuando apareció por el pueblo y se metió en la casa abandonada, lo que si nos dimos cuenta fue que, de pronto, los perros callejeros fueron desapareciendo y alguien descubrió que la señora extraña los recogía y los llevaba a la enorme casona que nadie habitaba porque tenía fama de embrujada.
Salía a la media noche, cuando todos dormían y llagaba al basurero a buscar comida para sus animales, según los vecinos los mantenía encerrados y amarrados, menos dos que la acompañaban en las noches.
De pronto, dejó de salir a sus quehaceres nocturnos y los perros aullaban sin descanso. Las autoridades decidieron allanar la casa y cuando rompieron la puerta les llegó un olor nauseabundo de mortecina. El cuerpo de la mujer estaba a medio consumir en medio del patio donde tenía amarrados los animales, tal vez murió de un ataque cardiaco y los animales se estaban alimentando con su carne.
Edgar Tarazona Angel