Me despido de la escritura, tal vez sea inmadura la razón por la cual lo hago, tal vez simplemente las ganas desaparecieron, no sé si regrese, no sé si valga la pena.
No me voy sin antes dejar mis últimas letras, mi última pintura, mi último baile a medianoche.
Tal y como siempre pasa, se llega el día de dejar de luchar, de dejar sufrir a la vez, de desvelarse cada noche pensando, ¿dónde estarás?, ¿qué estarás haciendo?, ¿seguirás pensando en mi?
El día llegó, como lo hizo ya hace un par de años, se llegó el momento de decir adiós y poder ser libre, poder volar los dos, aunque es obvio que lo hiciste hace ya tiempo.
Hoy quiero poder ver el lugar donde estoy pisando, ver mi reloj y saber cuando tiempo ha pasado, cuantos inviernos transcurrieron desde mi delirio.
Que torpe fui al no darme cuenta que me esperabas, lo hiciste, y yo nunca fui, estaba tan ocupado, tan frío por tu pérdida que no me di cuenta de que podía volver a tomar tu mano, pero ya es demasiado tarde, alguien más la tomó, te invitó a dar un baile en el gran salón, y claro, tú aceptaste, pero, ¿sabes algo?, me da gusto que lo hayas hecho, que pudieses disfrutar esta vida con otro color, con otro olor e incluso un nuevo sabor.
Ya no tengo ganas de seguir aquí, tirado, llorando de vez en cuando, pensar en el pasado, fantasear con un futuro que pudo haber llegado, pero por mi culpa, falló y quedó olvidado.
Hoy me da gusto, que seas feliz como siempre debiste ser, hoy me da gusto que por fin pueda ver este bello atardecer con una sonrisa en mi rostro, no sé que me depare el mañana, no sé quien estará ahí, puede que te vuelva a ver por mera casualidad, tal vez te vea un par de segundo, pero seguiré mi camino, como debió ser desde un principio.
En donde quiera que estés, gracias, por ser mi inspiración de cada noche, por haberme hecho un poco más sabio, más fuerte, gracias por haberme dejado una pequeña marca en mi brazo, hoy fue el último día a tu nombre, gracias por dejarme un recuerdo, recuerdo que en la mañana ya no volverá a estar.