Con motivo de las despedidas de solteros, los hombres organizan todo tipo de celebraciones, pero cuidado con que se te pasen las copas porque puedes ser víctima de bromas muy pesadas. Un ejemplo muy claro es lo que le pasó a mi amigo Ramiro.
Después de un tiempo de estudiar en otra ciudad, Ramiro regresó a casa en la víspera de celebrar su matrimonio civil, la boda por la iglesia sería hasta la semana siguiente pero todos los días entre las dos ceremonias los tenía muy ocupados, así que la única oportunidad para festejar su despedida de soltero sería esa misma noche, por lo que ni tardos ni perezosos nos abocamos a comprar las bebidas y los bocadillos que necesitaríamos y preparamos la fiesta en el departamento de uno de nuestros amigos que vivía en un departamento de un octavo piso.
Ramiro realmente quería pasarla en grande antes de plasmar la comprometedora firma al día siguiente, de modo que siendo el centro de atención de ese festejo, se dedicó a brindar con todos y cada uno de nosotros y deseando que las bebidas se consumieran de un solo trago, diciendo siempre…fondo…fondo. Al cabo de un rato nuestro amigo estaba bailando con una chica imaginaria con la que practicaba sus mejores pasos, los que aunados con el mareo producido por la bebida, parecía que se los estaba imitando a Cantinflas, también contaba chistes de los que él solo se reía, y nos decía a todos nosotros nos quería quizá tanto o hasta más que a su próxima esposa.
No fue posible terminar la fiesta con el festejado, ya que cuando lo buscamos, el dueño del departamento nos dijo que Ramiro se encontraba completamente dormido en una de las habitaciones. Todos nosotros decepcionados fuimos a esa habitación a tratar de despertarlo para que siguiera con nosotros pero la única posibilidad de que volviera en sí sería derramando sobre él un balde de agua.
Como las bebidas se habían consumido a una velocidad considerablemente rápida, había sido necesario que Juan uno de nuestros amigos fuera por otras botellas, pero cuando regresó nos informó que en el trayecto había tenido un accidente de tráfico y que venía un poco golpeado. Antonio, otro de nuestros compañeros era estudiante de medicina y le recomendó que se recostara un poco e incluso le revisó los golpes para ver si alguno de ellos era de gravedad, afortunadamente él consideró que solo una torcedura de tobillo requería algún vendaje, por lo que el futuro médico bajó a su auto donde tenía un maletín con el material necesario para curarlo y procedió a hacer lo que consideró oportuno.
Ramiro estaba acostado en la misma habitación en donde estaba nuestro amigo accidentado y en el maletín médico encontramos también una venda con yeso de las que se usan para las fracturas, por lo que decidimos jugarle al casadero una broma y la pedimos a Antonio que le enyesara una pierna, y cuando despertara al día siguiente le diríamos que él también había salido con Juan a comprar las botellas y que se había roto una pierna en el accidente.
Al día siguiente antes de que Ramiro despertara, llegó Antonio para ver como estaba, por supuesto que el estado del novio que ese día se casaría por lo civil era deplorable, y nuestro compañero el médico con cara de muy preocupado lo despertó diciéndole que tenía que ponerle una inyección para el dolor, ya que si no lo hacía en ese momento, para la hora de su boda el dolor sería insoportable, por lo que aparte de la resaca física y moral, así como la preocupación por la pierna que tenía fracturada, nuestro amigo recibió una inyección de agua que ni le curaba, ni le afectaba, pero el piquete nadie se lo quitaba.
Muy pronto fue que llegamos los demás participantes en la juerga del día anterior, todos con nuestra previamente ensayada cara de preocupación, aunque fue muy difícil seguir fingiendo cuando ayudamos a Ramiro a que se levantara y lo llevamos hasta la ventana para que desde ahí pudiera ver el coche en el que supuestamente había el sufrido el accidente la noche anterior, sin embargo todos salimos airosos en nuestra actuación la cual tuvo todavía un entretenimiento extra, ya que nuestro enyesado, crudo, preocupado e inyectado amigo, tenía que hablar por teléfono con su novia para darle la noticia.
Dándonos cuenta que esto sucedería, hablamos con algunas amigas haciéndolas creer que era cierto lo que había sucedido y que fueran a la casa de la novia instruyéndolas de que no le hicieran a ella ningún comentario y que después nos reuniríamos para que nos comentaran su reacción cuando recibiera la noticia.
Todos con nuestra cara de preocupación cada ves más perfeccionada, nos encontrábamos sentados en torno al teléfono y dando a nuestro amigo nuestras recomendaciones sobre como decirle a su novia y animándolo a que lo hiciera lo más pronto posible ya que considerábamos que eso sería lo mejor. La llamada telefónica fue muy corta y todos nos imaginamos que la perorata unilateral que salía del otro lado del teléfono era soberbia, pero lo que si nos dimos cuenta es que la novia en ningún momento le preguntó a su futuro esposo si se encontraba bien.
Aún no terminábamos de comentar con Ramiro como le había ido con su futura esposa, cuando escuchamos el timbre del departamento que estaba a punto de estallar por la forma como lo estaban tocando. Era la enfurecida novia que se había desplazado hasta el lugar en donde estábamos y fue entonces cuando nos cayó a todos los que ahí estábamos la peor regañada de nuestra vida, aunque hemos recapitulado varias veces todas las cosas que no dijo y hemos concluido que el menor de los insultos fue “borrachos indecentes”.
Afortunadamente la chica venía con el tiempo muy justo ya que tenia que presentarse a una sesión en el salón de belleza y el horario que le habían asignado estaba muy próximo, sin embargo una de nuestras amigas que la acompañaba nos comentó que después de que salió del departamento nos siguió recordando a todos nosotros y a nuestras familias completas durante todo el tiempo que llevó su embellecimiento.
Ramiro, por fin resignado con lo que había pasado y después de haber comido algo pesado y con mucho picante para que lo reanimara, nos pidió que lo lleváramos a su departamento para arreglarse dentro de lo posible para la boda, por lo que lo acompañamos y diseñamos una cubierta de plástico para que se cubriera la pierna y pudiera bañarse con el yeso. Todos lo ayudamos con la difícil tarea y preparamos la ropa que se iba a poner pero él nos dijo que se pondría el pantalón del traje que tenía destinado para ese día porque no estaba dispuesto a descoserle una pierna para que pudiera meter el yeso.
Como todos consideramos que la boda se celebraría dentro de muy poco tiempo, acordamos dar por terminada nuestra broma, así que cuando ya estaba decidido a descoser el pantalón, Antonio se le acerco con unas tijeras especiales para cortar el yeso y le contamos toda la verdad.
Ramiro no supo si insultarnos, alegrarse, ponerse a llorar o morirse de la risa, pero lo primero que hizo fue tomar el teléfono para hablar con su novia y decirle que todo había sido una broma. Una hora más tarde todos nos encontrábamos elegantemente vestidos, en un juzgado civil presenciando el acontecimiento en el que nuestro amigo plasmaba su firma en el acta de matrimonio, pero todos observábamos la comezón que tenía el novio en la pierna que hasta un rato atrás tenía enyesada.
Nuestro regalo de bodas para Ramiro, fue un yeso del tamaño de su pierna en el que todos nosotros le escribimos nuestros mejores deseos para que su vida de casado fuera muy feliz. Nuestro amigo Ramiro tardó dos meses en perdonarnos, pero su ahora esposa tardo dos años y nuestro amigo Juan al que Antonio sólo le puso un vendaje, tenia dos fracturas en el tobillo y hubo necesidad de enyesarlo.