14 de Julio de 2015, a eso de las 12:45 de la tarde, estoy terminando de arreglar la cocina después del almuerzo; escucho que llaman a la puerta y me asomo por la ventana entreabierta para ver quién es que me necesita.
Es una hermosa morena de unos 10 o 12 añitos, cabello ondulado tirando a crespo, lleva una humilde licra y una sencilla camisetica, tiene una diadema con un moño rojo; esta niña anda vendiendo unas galletas muy comunes y corrientes, nada especial.
Yo soy una persona muy poco emocional, algo insensible y dura de corazón, además jamás apoyo este tipo de ventas callejeras; sin embargo, esta creatura logra tocarme el corazón con la humilde y triste expresión de su rostro, gestos apenas lógicos según la narración de la cruz tan pesada que debe cargar este pobre ser humano a tan corta edad.
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Buenas…
· Buenas…
· Mire señora, estoy vendiendo estas deliciosas galleticas a $300 cada una y 3 por $1.000. Me puede colaborar?
· Deme una.
Me entro a buscar unos $500 o $700 para darle a la niña. Tan solo encuentro en mi cartera $300. Pero bueno, vuelvo a la ventana y recibo las galletas y le pago a la niña y cuando voy a entrarme a continuar con mis labores, comienza para mí un Encuentro Santo.
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Señora, usted de pronto tiene un poquito de comida para que me dé? Es que yo ando con mi abuela y mi hermano…
· Ay mami, solo tengo un poquito de frijoles, pero nada más, o sea, no tengo arroz, ni carne, solo tengo un poquito frijoles…
· No importa…
Me entro dispuesta a servir el poquito de frijoles en un plato pequeño y llevárselo a la niña a la calle. Pero, cuando tomo el platico para llevárselo a la calle, de repente pienso que no hay necesidad, que entro a la niña para que se coma los frijoles en el comedor. Cuando ya va a entrar a mi casa, la niña le hace una seña a la abuela y al hermano para que la esperen y pasa al comedor. Se sienta y empieza a comer al tiempo que me va contando sus trágicas circunstancias de vida…
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Es es que tengo una rabia porque le pedí un poquito de comida a mi hermano y me contestó que cada uno tenía que conseguir su comida…
· Mmm…
Me quedo sin palabras, no encuentro qué decir porque no sé qué pensar o cómo definir ese comentario referente a la solidaridad interna de esa familia. De alguna manera intento entablar una charla con la chica…
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Porque no estás estudiando?
· No estoy estudiando porque mi papá me vendió los cuadernos y los uniformes…
· Y eso, porqué hizo eso tu papá?
· Porque, pues, usted sabe como son los viciosos…, tengo dos hermanos, uno de 18 que vive con nosotros y uno de 15 que tiene mujer…
· Uuuyyy, y eso porque un hombre tan niño ya con esa responsabilidad?
· Porque mi abuela lo echó de la casa y allá donde se fue a vivir conoció a la muchacha…
· Y ustedes también tienen problemas de vicio?
· Nooo, jum…
· Y entonces con quien viven ustedes?
· Nosotros vivimos con mi abuela, la mamá de mi papá, y estamos vendiendo esas galletas para pagar una casa, porque uno así viviendo en una pieza mi papá cada rato llega a formar problemas, en cambio en una casa es distinto, no?.
· Y tu mamá?
· Mi mamá nos abandonó cuando yo tenía 5 años.
· También tiene problemas de vicio?
· Siii, claro. Ah y además tengo 3 hermanos en bienestar…
· Y eso, porque esa vida tan trágica?
· Jum, yo no sé…
· Y nunca volvieron a saber de tu mamá?
· No, como nosotros vivimos en Cali y ella vive en Palmira, hace como 15 días que vinimos a buscarla y nos dijeron que hacía como 2 semanas que estaba desaparecida y a mi papá le dijeron que a ella la habían matado…
· Mirá, no hay jugo para sobremesa, pero tengo gelatina, queres?
· Uyyy siii, rico.
Mientras tanto, mientras la niña se come un poquito de frijoles y me cuenta su catastrófica vida, yo estoy buscando un billetico de 1.000 o 2.000 pesitos para darle a la pobre muchachita, pero en mi cartera no queda un solo peso, ni en billete ni en moneda; mi cartera está absolutamente barrida. Súbitamente mis ojos se fijan en un billete de $10.000 que estaban debajo del vidrio del escritorio, los cuales yo tenía destinados para comprar una tela para una batola. No me importa, en ese momento comprendí que $10.000 para mí no son mucho y sin embargo para esa creatura significan bastante, así sea tan solo un almuerzo. En el momento en que yo tomo el billete, tocan suavemente a la puerta y yo salgo a ver de quien se trata ahora. Veo un muchacho de mal aspecto sentado en el andén al frente de mi casa y a una señora morena y alta llamando a mi puerta…
· Buenas tardes señora…
· Buenas tardes, ya ella sale es que se está comiendo un poquito de frijoles…
· No señora, ella es una atrevida y no tiene por qué irse entrando así a alguna parte sin decir nada…
· Pero si ella le hizo una seña y le dijo que la esperara…
· No señora, ella no me dijo nada, gracias.
· Bueno señora, ella ya sale.
No sé describir el gesto de esa niña cuando recibió un devaluado billete de $10.000 y tampoco logro descifran la emoción que me quedó a mí después de escuchar esa historia tan triste. Si todo lo esa niña me dijo es verdad o mentira no lo puedo saber, pero sí sé que me hizo sentir que sí tengo corazón…