Existe un sitio sagrado que me gusta visitar,
Porque aquí encuentro la paz que se engulle el bien y el mal
Y roba mis argumentos para a algunos criticar.
Al entrar a este lugar, todo conmueve mi ser.
Aquí la razón no puede ahogar al sentimiento
Pues sabe que su lamento le basta para matar.
Sentisemo me tenés loca de amor y… miedo.
Un aire dulce y muy blanco me seduce a la entrada,
Preñándome de confianza para el singular garbeo
Porque el paseo es valioso si asimilo la enseñanza.
Gente de toda calaña se vislumbra en esta aldea;
Unos vienen y otro van, pero ni unos ni otros
Dejan entrever la seña.
Luego de mucho camino y hablar con varias personas
Un ángel sale saltando, como brotando del aire;
Sigue por una ruta que hasta ahora desconozco
Y por eso es que lo sigo, confiando en sus buenos pasos.
Sin embargo y aunque extraño, es una vía muy ambigua;
Transita gente muy mala, que no deseo ni nombrar,
También hay personas buenas con quienes me sintonizo.
Y es que aquí vengo a saber lo falso que es mi juicio,
Pues… mientras amo a unos malos a otros buenos fustigo.
Entretenida en mi análisis, pierdo de vista al tal ángel,
Aunque sigo tras sus huellas para ver si así lo encuentro.
Casi cayendo la tarde me topo con un anciano,
Quien, custodiando una cueva, me invita a irrumpir,
A lo cual yo no me niego a pesar de mi rechazo.
Es entonces cuando el sabio entiende mi interrogante:
¿Dónde se encuentra aquel ángel? No quiero perder su rastro.
El sabio hace una seña hacia atrás… al interior de la cueva,
Donde no alcanzo a mirar, en cambio sí me genera enorme curiosidad.
Al preguntar por la cueva y qué es lo que allí se esconde,
Con una verdad certera, el sabio me lo responde:
Bien pueda siga, le invito;
para usted entrar aquí no necesita permiso.
Eso sí tenga cuidado no se vaya a tropezar
Al mirar para adelante o si mira hacia atrás.
Le recuerdo que aquí encuentra lo que usted venga a buscar
Así es que no se disguste y aprecie la realidad.
Atenta a las sugerencias, me interno en la extraña cripta,
Donde lo blanco y lo negro ostentan la misma forma.
La verdad y la mentira asumen la realidad
Aquí el amor y el miedo presumen de su valor.
Al fondo de la caverna, vigilante encuentro al ángel,
Cuida una gruta chiquita, que al parecer es arcano…
Un ventrículo escondido en lo hondo de la gruta,
Donde conviven los seres que sostienen nuestro mundo.
Dios y el diablo aquí cohabitan tomaditos de la mano;
No hay disgustos ni peleas, son dueños de la razón.
El ángel se hace a un lado y me cede su lugar…
Y al notar mi resistencia, el ángel no se ve más.
De inmediato y aunque tímida me decido a mirar
Ese fondo misterioso donde se oculta aquel par.
Un enorme y brillante espejo…
Que solo muestra la imagen
De mi humano corazónnn…