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DIOS DE VIVOS

Como personas, somos seres llenos de posibilidades, y cada posibilidad nos compromete con una manera de ser, con un sentido, con una manera de vivir la vida postrimera hasta la muerte.  

En aquellos días se le acercaron a Jesús, unos saduceos, de esos que niegan que haya resurrección, y le preguntaron:

-Maestro, Moisés nos dejó escrito: SI EL HERMANO DE ALGUNO MUERE y deja mujer Y NO DEJA HIJO, que SU HERMANO TOME LA MUJER Y LEVANTE DESCENDENCIA A SU HERMANO. Eran siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin dejar descendencia; también el segundo la tomó, y murió sin dejar descendencia; y asimismo el tercero; y así los siete, sin dejar descendencia.  Después de todos murió también la mujer. En la resurrección, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Pues los siete la tuvieron por mujer. 

Jesús les contestó:

 ¿No es ésta la razón por la que estáis equivocados: que no entendéis las Escrituras ni el poder de Dios? Porque cuando resuciten de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer, ni ella marido, sino que serán como ángeles en los cielos.  Y acerca de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el pasaje sobre la zarza ardiendo cómo Dios le habló, diciendo: ``YO SOY EL DIOS DE ABRAHAM, Y EL DIOS DE ISAAC, Y EL DIOS DE JACOB? Él, no es Dios de muertos, sino de vivos; vosotros estáis muy equivocados. “Palabra de Dios” (Marcos 12, 18-27)  

 

Experiencia de vida

 

Ayer simultáneamente a distancia, dos hechos sin precedentes me hicieron reflexionar: la muerte trágica de un vecino al que asistí con mi esposa a su funeral y postrero sepelio, en el cementerio “Jardines de la Inmaculada” y el nacimiento de la primogénita de “Pepita” en la clínica del “Buen pastor”; gran amiga de mi consorte y vecina residente por años con su familia, en la casa contigua en el barrio donde vivimos.

La vida un arca inmensa llena de posibilidades y la muerte una tragedia en el buen sentido de la palabra sobre algo natural, que desde que se nace no se puede evitar.

La vida y la muerte dos sergas ocurridas en un solo instante como un ciclo cósmico trascendental e ineludible: la muerte no es lo que parece ser, solo el fin de la materia. También es el efecto natural para un encuentro postrero con Dios, donde el alma como instrumento se libera para alcanzar la vida eterna.  Nacer desde luego es llegar a la vida a sufrir y sobrevivir en un mundo de contingencias.

Como presagio a esta realidad en el momento que una mujer da a luz, ella sufre el dolor del parto y se inmola a sus secuelas con resignación. Otro tanto ocurre con el neonato que Llora, cuando el médico cirujano partero le proporciona a su pequeño trasero, una severa palmada para despertarlo a la vida evitando que se asfixie.

Señor, gracias por darnos la oportunidad de nacer para vivir en ti; por darnos  el poder que invade y vence a todo cuanto se opone a tu existencia a tu doctrina de una revelación especial de Dios. Tú eres el Dios de vivos, no de muertos. Conservarnos diligentes en tu palabra  y en el amor.

 

“Enséñanos a amarte amando a nuestros hermanos”.          

 

 

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