Sentados a la luz de la fogata
estábamos los dos
con una copa de vino tinto
en nuestras manos.
Brindábamos
por un año mas juntos
lleno de bendiciones,
en el aire se podía escuchar
la maravillosa sinfonía
de Schubert “Serene”.
Tomaste mi mano
y me diste un dulce beso,
pasaste tu mano por mis cabellos
mientras me mirabas
con una tierna sonrisa,
me atrajiste hacia tu rostro
y me besaste dulcemente
podía sentir tu aliento caliente
sobre mis labios
y el roce de tu lengua con la mía.
Lentamente
me despojaste de la bata de seda
y dejaste a la vista
mi cuerpo desnudo.
Me recostaste en la suave alfombra
y una vez mas me besaste.
Tus manos
posadas en mi rostro
bajaban hacia mis senos
bajando aun más
hasta mi abdomen.
El éxtasis comenzó
a recorrer cada parte de mi ser,
rabiosa comencé
a besarte con mas intensidad,
rodee con mis brazos tu cuello
y aparté de ti la bata
dejando al aire tu perfecto torso
que me incitaba a imaginar
las mas eróticas fantasías.
Rodeaste mi cintura con tu brazo
y penetraste suavemente mi ser,
tus labios se aferraron a los míos
entre jadeos y tu aliento a vino
me embriagaba el alma.
Tus jadeos se intensificaron
y tus besos ahora buscaban
mi cuello caliente
que bajaban
hasta mis senos maternales,
mientras mis manos recorrían
la vereda de tu espalda
atrayéndote más hacia mí.
Nuestros cuerpos calientes
se fundieron en un vaivén
de intensa lujuria
entre besos y caricias de fuego.
Tomaste mis manos fuertemente,
cerraste los ojos
mientras el torrente de pasión caliente
se desbordaba dentro de mí.
Suspiraste temblando
ahora inmóvil.
Una fina capa de sudor
se reflejaba en tu frente,
me miraste exhausto
y posaste tu cabeza en mi pecho
escuchando a mi atolondrado corazón
mientras me abrazabas suavemente.