Sobre el reclinatorio del ocaso
Del silencio
Explota su caudal de resplandores
Entre nubes de adioses
Sin retorno
Con el pueril deseo de detenerse
Difuminarse y volver a renacer
Como telón de fondo al infinito
Al viento, los mares, las aves
Sin el temor enfermo, irreverente
de ahogarse entre el fulgor
de soledades
Cae la tarde y se revuelca
Entre el piar de crepúsculos
Sin alas
Y se sumerge en ese mar
Sin horizontes
Y sin aguas