Se acabó.
un estropicio de vigas y columnas que se rompen
dilatando rauda, la matriz del tiempo,
fue un golpe seco, terrible, inexorable.
Alzo mis manos para sujetarte
y de repente, se quedaron quietas
inmóviles, suspendidas
las yemas yertas
sin halito de vida
congeladas en el vuelo de la carne.
Las campanas de la iglesia
resonaron, como en una infinita bóveda
sobre mi pecho agitado
entonces solo se sentía el parpadeo del aire
el frío lacerante de la noche
que densamente se tomaba las calles
como un moribundo
extenuado en sus tristezas.
Sobre las casas, ese sonido de susurros
de voces deshechas,
un perfume de tapias y sepulcros
las voces de los lechos
ruido de carnes agonizantes
el crujir de los huesos
allá al fondo
con el tic tac de un reloj implacable.
En el asombro retengo los pedazos
de esta vasija que se quiebra
los espasmos de nuestras promesas
que surcaron el aire y el aliento
hay lagrimas brotando de este cuerpo
que se disuelve único e irrevocable
hacia la nada obsesiva.
Bajo la lluvia que cae a raudales
busco en los relámpagos
la expresión de tu rostro
pero ya es tarde..
has partido y el sendero es incierto
solo tu voz late, por debajo del trueno
y se apaga lentamente...
la lluvia borra
tus pasos
y ahora no se, si solo, sigo los míos!!