Identificarse Registrar

Identificarse

Índice del artículo

Ir a: ¡Soy chofer... y qué!

A SU COMPADRE LO QUIEREN BAJAR

Yo venía de regreso de la capital completando un recorrido cuando quedé atrapado por un trancón, ahí adelante, cerquita, en la curva de San Martín de Porres. Como no se movían los carros en ninguna de las dos direcciones de la carretera con dos únicos carriles, envié a mi ayudante para que averiguara la causa del bloqueo, a la fija un accidente- pensé- pero que va, uno ya no se mosquea por eso, es pan de todos los benditos días en esta verrionda vía así que, como no había más remedio que esperar prendí el equipo estereofónico de mi poderosa nave y sintonicé las noticias de la hora; algunas veces pongo la música que me gusta pero muchos pasajeros se incomodan a causa del volumen, de manera que me acomodé y a escuchar chismes, mientras la policía de carreteras organizaba de nuevo la circulación y daba paso a los automotores.

Usted no me diga que los choferes no tenemos corazón… que susto tan doble hijueputa el que se me metió entre el alma cuando escuché: “…y aquí, desde nuestro helicóptero de Radio Tal y Pascual, sobrevolando la hermosa Sabana, acabamos de avistar un accidente en la distancia, bueno, ya estamos sobre el sitio exacto, es la pavorosa y famosa curva de San Martín de Porres… vemos una volqueta con la pintura distintiva del Ministerio de Obras públicas, un bus del expreso Transmontaña distinguido con el número, a ver, vamos a identificarlo…si…es el 436, repetimos cuatro, tres, seis…”.

- Mierda- dije - es el de mi compadre Uldarico, “…y casi invisible, debajo de la mole del expreso intermunicipal un pequeño automóvil particular, al parecer destrozado… desde nuestra altura no podemos afirmar nada todavía acerca de la suerte corrida por los ocupantes de los tres vehículos pero, es lógico que los más afectados debieron ser los del carrito rojo; en cuanto recibamos el reporte de nuestros reporteros en tierra seguiremos informando…”.

No escuché más porque me entró una tembladera la berraca pensando en mi compadre y me paré de mi silla de conductor para bajarme pero el temblor en las piernas me lo impidió. Llegó mi ayudante, el “Huesolimpio” y me la soltó de una:

“Su compadre  Uldarico se metió en la malparida, les dio matarile a un man, la hembra del man y tres culicagados que iban entre un carro rojo…” me seguía mirando y hablando con todos los detalles sin percatarse de que ya no lo escuchaba, “… los dejó vueltos mierda, entiende?, ahora si se jodió su compadre, malo malo lo meten en la cárcel unos…

-          ¡Cállese –le grité- no me explique más! ¿Me entendió?

-          Bueno, usted mandó que averiguara lo que había pasado y si no quiere oír más allá usted, pero a su compadre lo quieren  dar matarile.

-          ¡Que,  qué!, ¿qué es lo que dice? le pregunté.

Mientras las lágrimas me escurrían por los cachetes pensaba en mi compadre, es un hombre derecho pa todo, cumplidor en la casa y muy buen amigo; ¿Porqué mi Dios lo castiga así?, gritaba mientras caminaba hacia el lugar de la tragedia. Otros choferes ya estaban al frente de la puerta del carro de mi empresa tratando de calmar a la gente enfurecida que pretendía subirse para lincharlo. Mi compadre estaba más pálido que un cadáver, sentado ante la cabrilla y con la mirada perdida (como buscando la madre, decíamos en el gremio cuando estábamos de bromas). Me abrí paso a empujones, codazos, rodillazos y cuando llegué a la puerta del bus los otros choferes me dijeron:

-          Suba hermano y habla con él; lo único que desea es morirse.

Cuando el “Carepalo” me abrió la puerta me encaramé en el estribo y miré con rabia y mala intención a toda la gente que gritaba y silbaba pidiendo la cabeza del hijueputa conductor que había ocasionado el accidente. No los comprendí, que mierda iba a entenderlo si en este preciso momento sólo pensaba en la perra suerte de Uldarico y pensé que ningún pasajero sabe lo que es esta malparida profesión ni comprenden un soberano culo lo que significa un desgraciado accidente. En privado, como quien dice en la casa, uno puede ser una bella persona, como Uldarico, pero en la carretera toca defenderse contra el puto mundo, a lo macho, para ganarse el biyuyo de la comida de la mujer y los pelados, bueno, a veces también de la otra vieja que uno tenga, o de las otras, pa que vamos a hablar mierda que más de uno se vacila su hembraje; ah, sí, y fuera del billete de uno levantar el del patrón, el de la empresa con los malditos promedios que le obligan cumplir al conductor, tanto diario en plata contante y sonante y si no completa el producido, de malas marica queda debiendo para el otro día, sino, pailas, marica.

Y el promedio es por día, por viaje ( o línea que llamamos) y es que nadie que no esté metido en esta vaca loca comprende lo que es estar sentado frente a un hijueputa timón diez y seis horas diaria, o más, con un desayuno de tinto y un pan y si se está colgado en tiempo pues pasar de agache el almuerzo y mame hasta las tres o cuatro de la tarde porque el carro de uno está enturnado para ya y por la noche llega uno a dormir con el culo más plano que el de un pato y ya sin hambre porque lo único que desea es dormir sin que nadie lo joda…hasta el otro día, cuando se repite la historia y así todos los días incluyendo domingos y festivos y si hay un accidente el culpable siempre es el conductor del bus, coman mucha mierda, si los choferes también somos seres humanos...

Miré a mi compañero del alma y de toda la vida. Estaba sentado en su asiento de chofer con los brazos cruzados sobre el pecho, la cabeza echada hacia atrás y los ojos abiertos perdidos en la distancia a través del parabrisas; se le estremecía el pecho por los suspiros entrecortados; le puse la mano sobre el hombro derecho y le hablé suavecito;

-          Compadre, compadre, compadrito – creo que me oyó y soltó las lágrimas que estaba conteniendo. 

ESTOS HIJUEMADRES CHOFERES ME QUIEREN MATAR

Ya no se que hacer con esta úlcera, estos hijuemadres choferes me van a matar de un infarto. Cada vez que no tienen completa la plata diaria que les corresponde entregar de  promedio, vienen a pedir cacao y uno coma cuento y después, le da a uno por darse una pasada por las canchas de tejo o los billares y preciso, ahí los encuentra a los desgraciados, jugando encantados de la pelota como si la vida les importara un culo. Bueno, para que, esto es cuando el bus está en el taller, pero me pregunto cómo putas hacen para sacar plata para jartar y putiar si viven llorando que no ganan ni para la comida, vaya usted a saber. Cabrones de la mierda que hacen lo que les viene en gana y se la gozan mientras lo envidian a uno.

No sé como putas me metí en este enredo del transporte y a veces todos lo miran con respeto: “Don Hermógenes por acá, patroncito por allá, como si uno no supiera que le lamben las patas por delante y le hacen pistola doble y le mientan la madre por detrás y le arrean la madre ( la pobre santa ya está en el reino de los cielos y que Dios me la proteja), y le hacen roscas y le ponen apodos como a mí que me llaman “Panceburra”, pero por delante quien los ve a los malparidos haciendo venias y hablando con respeto porque si no se van pa la puta mierda. Y sólo porque uno tiene diez buses en la empresa los cabrones creen que uno es rico y piden prestaciones sociales, prima de navidad y subsidio familiar, y horarios de trabajo; coman mucha mierda, si no les gusta como están pues las puertas están abiertas para que se larguen a donde les de la regalada gana.

Claro, usted no dice nada don fulano porque como tiene fama de “madre” con los malditos choferes y les suelta marmaja cuando están en la olleta y usted no tiene sino dos busecitos y medio viejos, no sabe lo que son las responsabilidades de un empresario del transporte intermunicipal como yo; ojalá Dios lo ayude y progrese para que sepa lo que es candela cuando uno tiene más de seis carros de servicio público, que si no fuera por la Santísima Virgen del Carmen que lo protege a uno, estaríamos en la puta olla, como dicen los choferes y sus bellezas de ayudantes.

NOS TOCA DARLE ES PA´LANTE

Después de salir Uldarico con el cuatro treinta y seis el despachador sólo me dio de ventaja tres minutos de diferencia; había pasado por la carretera central el setenta de la empresa “La flecha” y le dije a mi ayudante: “nos quedamos sin pasajeros porque esos berracos son súper agalludos y lichiguean como el divino putas”, después le grité:

-¡Súbase “Mujer Maravilla” que nos toca darle es pa´lante.

Al chino lo llaman así los demás ayudantes porque su programa preferido de la televisión es el de esa vieja y hasta compró camiseta estampada con la figura de ese bizcocho; claro que muchos choferes y sus secuaces de carretera se refieren a ese programa como “La guaricha maravilla”, ofensivamente y “La güeva nuclear”, el del Hombre nuclear.

Mi buseto es el dos cuarenta y cinco y tiene fama de ser uno de los más rápidos en la ruta del plan. Aquí donde ustedes me ven con mis sesenta años, yo, Jesús Quinitiva, llanero de nacimiento y tolimense de crianza, soy la verga de Judas para correr por estas carreteras de mi Dios y mis compañeros de Transmontaña me tienen respeto, porque a mí, no se me tiembla el culo para mandar este carro de Don Hermógenes por donde sea, hasta por donde no cabe, cerrar a los otros buses y ponérselo de frente al carro que se me atraviese y no me importa el tamaño ni el color ni lo que sea, conmigo es pa´lante; y vea le digo; cuando veo que viene de frente un carrito pequeño y yo voy pasando a otro y quedo en contravía, que se joda porque se quita o yo lo quito y los pasajeros, a veces, rezongan y gritan y manotean y si veo que están muy alzados, pues detengo el bus y me paro a ver que es la vaina y si alguno sigue alegando saco el machete que cargo debajo del asiento, de veinte pulgadas, listo pa lo que se ofrezca, y lo rastrillo contra el piso del bus para sacar chispas y eso le mete miedo al más berraco y las vainas quedan de ese tamaño; con otros choferes de otras empresas ya tuve mis mierderos pero me cogieron respeto, o yo creo que más que respeto es miedo porque, aquí donde ustedes me ven, con todos mis años encima, yo soy un berraco para la pelea a golpes, con machete, a bala o con lo que sea, con lo que se les de la puta gana porque nací en medio de la violencia y así me criaron y me curaron el miedo a punta de fierro y plomo físico; fui alumno de la escuela de esgrima de Domingo González en el Tolima, de plomo con los chusmeros y de tramacazos, tiestazos y bofetones con todos los hijueputas que se me pusieron por delante; unos me rompieron la jeta, otros me cortaron, por aquí en esta pierna tengo un balazo; pero sobreviví maricas mientras muchos de esos están chupando gladiolo, friquis mortis, pailas man, que les parece, y aunque tenga todos los años que tengo yo soy una soberana cagada... ¡y, qué¡ 

ESO LE PASA POR BRUTO PARA MANEJAR

Salí del paradero de los buses acelerado, llegué al parque central afanado, echándole pito a don Uldarico para que arrancara cuanto antes, pa´ntier es tarde, aunque todavía le quedaba como un minuto; ustedes no me lo van a creer, pero a mi bus se sube mucho pasajero porque saben que corro como el demonio con candela en el culo. Casi todos los estudiantes y trabajadores que van retardados para llegar a su destino se suben con  la sonrisa más grande porque saben que conmigo es pa´ya; los que se molestan y rezongan por mi forma de correr son pasajeros nerviosos a los que se les tiembla y no debieran montarse en la nave que maneja un as del volante como yo.

“La mujer maravilla” me avisó, después de pasar por el retén, que el bus de don Uldarico estaba adelante, como a doscientos metros, o sea que  ya estaba a tiro de nada para alcanzarlo, arranqué como en estampida de reses de esas que veíamos en las películas de vaqueros y, como tres  cuadras adelante, oí el chirrido de los frenos cuando se meten de afán, el sonido de las llantas contra el pavimento y un ruido el hijuemadre de latas despedazadas. 

Cuando vi la volqueta pensé que la estrellada era contra ella, porque uno de chofer ya sabe cuando el ruido es de estrellón, así que me metí por un espacio que quedaba mientras me imaginaba el trancón tan madre que se iba a formar, mejor dicho uno de veterano de las carreteras sabe que después de un accidente se forma un nudo de carros el verraco porque todos tienen afán y se mandan en contravía y cuando menos se piensa nadie puede pasar y todos nos jodemos.

Bueno, mientras llegaban los policías de carretera no sé como metí el carro por el espacio que vi y salí al otro lado y seguí mi ruta porque llevaba pasajeros afanados y a mi gusta cumplir. Una hora más tarde, ya en el paradero en la capital del país, supe que Uldarico había quebrado a cinco muñecos y estaba metido en un problema de la puta madre; pobre güevón, eso le pasa por bruto para manejar. 

EL COMPADRE MATO CON EL BUS A CINCO…

Yo estaba en la casa tranquila, preparando el almuerzo para los cinco niños y mi persona. Mejor dicho para que me entiendan, para los dos niños y las tres niñas y no lo nombro a él porque el pobre de mi marido sale desde bien temprano a trabajar manejando ese bendito bus y no se sabe a qué horas saca un tiempito para  comer algo. Comienza el trajín a las cuatro y media o cinco de la mañana y regresa a las diez de la noche si es que no más tarde; a esa hora yo le ofrezco algo de comer y mientras le caliento él se sienta en la cama a desvestirse y cuando llego con el plato, con la comidita caliente, muchas veces ya está dormido profundamente, a medio desvestir; yo le echo una cobija por encima porque me da pesar despertarlo y antes de darme cuenta suena de nuevo el despertador  que lo deja sentado y comienza otro día de trabajo… en varias ocasiones sale sin alcanzar a probar bocado y así todos los días, hasta los domingos y festivos; bueno, cuando tiene que quedarse en la playa viene hasta la casa y ahí si come con tranquilidad lo que le doy, pero eso pasa una en trescientas, solamente lo vemos seguido en la casa cuando el bus esta en el taller, entonces, charla con los niños y juega con ellos y es muy cariñoso conmigo; hasta cuando llegan a llamarlo para que vaya a donde don Hermógenes, que es el dueño del cacharro, a rendirle cuentas y después se lo llevan a jugar tejo; pobre hombre, yo no le digo nada porque es la única distracción que tiene, y, para que voy a decir nada malo contra él, aquí en el hogar nada nos falta, bueno, digo yo nada de lo que se pueda comprar con el salario que mijo gana porque él es muy cumplido con el arriendo y con las cuotas de los electrodomésticos, porque eso sí, tenemos casi todos los aparatos, sacados a credito, claro, pero nunca nos dejamos colgar con las cuotas; hasta cuando el bus esta en el taller por varios días y el sin ganar ni cinco, se rebusca y me trae lo del diario, y yo sé que los amigos lo molestan diciéndole que lo tengo montado y no lo dejo salir, pero que va, es que él se amaña en la casa los pocos días que tiene libres y casi  no sale; casi siempre el que viene y lo acompaña es el compadre Carlos Villalba que lo quiere como a un hermano y, como él nunca tuvo hijos y la mujer lo abandono por eso, quiere a los hijos de nosotros como si fueran propios, y los chinitos le dicen tío y todos son ahijados  de algo: uno de bautismo; dos de confirmación; y el otro, de amor como él dice; a todos por la época navideña les trae regalos y a mijo Uldarico y a mí.

El compadre Carlos ha sido con nosotros como un padre, o mejor, como una madre, y cuando mijo está en la casa o cuando él también tiene tiempo libre, viene y le ayuda a cacharrear en lo que se ofrezca para la casita, que tenemos en arriendo porque don Hermógenes no le quiso prestar a mi marido para comprar un  lotecito que nos estaban vendiendo barato pero, al final el compadre hizo un trato de compra con “Rico”, que es como le digo yo a mi esposo, y nos dijo que cuando construyeran nos íbamos a vivir todos allá, con su tío Carlos que es nuestro compadre del alma y nos quiere verracamente.

Yo ya estoy acostumbrada a pasar los días sin noticias de mi marido y por eso no me afano, pero este día, no sé porqué, me agarro un presentimiento que me ahogaba, y llore sin saber el motivo, como una buena boba, hasta cuando llego María Estela, la mayorcita de las niñas, a preguntarme qué pasaba y tuve que comerme las lagrimas y decirle: “nada mijita, fue que me acorde de su papito”, y me pase el resto de la tarde con el palpito de que había pasado algo malo, como decía una viejita de una telenovela; los niños comieron solos porque yo no  me sentí con deseos de cucharear y me amenazaron con que el “coco” me iba a asustar, como yo los asustaba a ellos, si no comía; mientras, la hijueputa inquietud, como dicen los amigos de mi marido, se me metía en el alma. Como a las ocho de la noche, después de un día de angustias imaginarias, sonaron golpes apresurados en la puerta, que oí con sonidos de presagio, desde la alcoba matrimonial que compartimos con los hijos menores, escuche la algarabía alegre por la llegada del tío Carlos, que tenía su golpeado especial pero esta vez fue apremiante, con premura los abrazó y entró a la sala con los dos menores alzados, uno en cada brazo, sobre su enorme barriga. 

- ¡Hola comadre! –dijo, y pensé, “al fin voy a salir de mis malos presentimientos- necesito charlar con usted, a solas.

- Niños, salgan, ya oyeron a su tío- pero los niños no querían abandonarlo- vayan a la alcoba de su papá y miran televisión.

- Salgan niños- les dijo él con cariño- ahorita los acompaño, ya voy.

Los niños salieron desanimados, mientras, el compadre me rehuía la mirada de frente, eso me cabreó porque siempre me mira de frente con su mirada franca.

- ¿Qué pasó compadrito?- pregunte temerosa pero deseando salir ya de las dudas. -¿Qué le paso a Uldarico?

- Comadre…nos jodimos… 

La respuesta, así, en el aire, acabo con mis nervios y comencé a llorar desesperadamente.

- Comadre, tranquila, mi Dios es muy grande…

Yo no podía contenerme, la voz no me Salía y las lagrimas me escurrían por los cachetes como un chorro de agua.

- Compadre…Carlitos… dígame que pasó- pero me ahogaba entre las lágrimas.

- Comadrita- me respondió, mientras él también se atoraba con los ojos llorosos- mi compadre…

- ¿Qué le pasó? ¿Qué le pasó a Uldarico? Contésteme por Dios, ¿se mató? ¿Lo mataron? ¿Está herido? ¿Está en el hospital?...

- No, comadre, él está bien…pero…

- ¡Está en la cárcel!, lo sabía…

Imaginé todas las desgracias del mundo en un instante, lo vi indefenso y encadenado y le grite al compadre:

-¿Pero…qué? –pregunté desesperada.

-Comadre del alma…perdóneme que se lo suelte, así, a la verraca… el compadre mató con el bus a cinco personas.

No pude preguntar, ni decir, ni hablar, me fui en lágrimas, en el llanto más amargo de toda mi vida.

Ir a: ¡Soy chofer y qué! (3)

Vocabulario

Por favor comparta este artículo:
Pin It

Grupos

Abierto
3 Usuarios
Aprobación
5 Usuarios

Están en línea

Hay 482 invitados y ningún miembro en línea

Concursos

Sin eventos

Eventos

Sin eventos
Volver