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No sabía que decirle y ella parecía no querer hablar, así llegamos hasta la casa de doña Pilar, prima de don Esteban, que como siempre estaba en la puerta mirando a la gente que pasaba y que desde que aparecimos en la esquina de la casa no nos quitaba la vista de encima, ella se incomodó, yo no, doña Pilar estaba casi ciega, aunque en su ceguera solo se distinguían figuras y colores (como ella solía decir).

Dejé la maleta sobre el suelo, ella habló con doña Pilar, y, resummiendo, asi me enteré que se llamaba Elena y que le alquilaría la habitación por unos meses, por lo tanto se quedaba!, estuve a punto de gritar cuando lo escuché, pero la escena de la sala de correos me detuvo el grito cuando estaba a punto de hacerlo pasar por las cuerda vocales.

La dejé allí y volví corriendo a la hacienda, el castigo fue duro, durísimo, el paquete era la medicina de la mamá del patrón y si tardaba unos minutos mas hubiera sido tarde para hacer nada por la señora a la que yo quería muchísimo, como a mi propia abuela, creo que fue ese mas el castigo que el ponerme a limpiar los establos durante la noche, el saber que casi muere por mi culpa me carcomió el alma por días, hasta que pude ver a la señora y pedirle perdón de rodillas y llorando. Obviamente me perdonó, siempre tuvo cierta debilidad hacia mi y yo hacia ella. Bueno, pero eso sería solo el principio de las renuncias y garrotazos que por Elena me gané durante todos los días que estuvo en el pueblo.

Porque Elena se fue, no se quedó, la verdad, la fueron a recoger unas gentes de allí de la ciudad, yo estaba con ella (cuando no...) atendiéndo todos sus pedidos, no me perdía ni un detalle de ella, la tenía grabada a fuego en el alma y por las noches me quemaba el sentimiento de irme haciendo hombre y tenía una ansiedad que no entendía de donde venía y que solo podía calmar limpiando los establos por la noche. Cuando llegaron a llevársela ella lloró, sus hermosos ojos de miel casi me parten el alma, a ellos ni les vino ni les fue, solo le dijeron que no debió haber huido como lo hizo y que tarde o temprano habrían de dar con su paradero, ella no dijo nada, yo estuve por reaccionar pero la mirada suplicante de ella ne detuvo en seco.

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