Yo la conocí mientras recogía una carta en el correo del pueblo, ella estaba parada en la acera, mirando hacia los coches y la calle, tenía una pequeña maleta a su lado y la ropa extravagante con la que se vestía llamaba la atención de todo el que pasaba.
Llegué a ambas definiciones, sin mas ni mas, y no tardé mas que un par de segundos, pues cuando mas ensimismado estaba, ella entró a la sala postal cargada de su equipaje, la vi como en un sueño, allí en la acera, mirando todo, con aire perdido y preocupado, girar luego hasta quedar frente al correo, mirar el letrero, observar por la ventana, levantar su equipaje y luego de unos pasos entrar al establecimiento; yo no bajé la mirada, seguía embobado, la miré atravezar el lugar, clavar en mis ojos su mirada de miel, sonreir, turbarse un poco, arreglarse los castaños cabellos con los dedos, dejar el equipaje sobre el suelo, volver a mirarme y sonreirme, volver a ponerse frente al mostrador..., luego sentí estallarme la cabeza mientras unas risas burlonas llenaban todo el lugar.
La mano de don Esteban seguía levantada y me miraba entre furioso y divertido (raro no?, despues supe que estaba furioso por que no le respondía lo que me hablaba y luego, al darse cuenta de lo ocurrido, le divirtió el hecho de que ya había crecido lo suficiente como para que me atraigan las mujeres, -y tienes buen gusto- me remachó esa noche el truhan). Por el momento era solo el blanco de todas las burlas y de todas las miradas de los pocos parroquianos que habían en el lugar, incluida ella.
- Bueno, caramba, aprenda a respetar pues!!, no se debe mirar asi a la gente, que falta de respeto!!, tome su paquete y lárguese de aquí y no me mire con esa cara de idiota que si sigue parado ahi le vuelvo a dar un coscorrón que le parte en dos la caliente cabeza que tiene!!!-