Estatua Tres
No saben que en esa débil humanidad aquejada por el mal de Parkinson se esconde la personalidad de un pastor que se ha entrevistado con presidentes y ministros, con guerrilleros y paramilitares, siempre en busca de la paz. Está llamado a indagatoria por la Fiscalía General de la Nación.(Subrayado nuestro)
Anti Estatua uno
Un jinete montado en un caballo. La cabeza del hombre descansa en el césped y las pastas del caballo bailan en el aire
Anti Estatua dos
Es un artista que se asoma, pero se vuelve a esconder.
Estatua cuatro
Elogios a la estatua cinco:
Las frases cortas, lapidarias, silenciosas, hacen de sus artículos pequeñas joyas de orfebrería literaria que se quedan en la mente del lector por su fuerza expresiva. Su vocabulario es exquisito, mezcla de miel y vino, de sal y azúcar. (Subrayado Nuestro)
Anti Estatua tres
Las noches en que casi dormido me obligaba a rezar el rosario arrodillado al borde de la cama. Los amaneceres cuando tiritando de frío, me obligaban a bañarme con agua caliente. (Subrayado nuestro).
Estatua Cinco
A propósito de la Estatua Seis:
En su personalidad armonizaba la severidad de su carácter con el físico de su persona. Lo signaba una cara sombría, de mirada altanera. Era gruñón y seco en el diálogo. Fue maestro de maestros, amante de la disciplina, de comportamiento ejemplar.
Anti Estatua cuatro
Dos piernas en el césped y en el tronco un ramo de rosas, sin cabeza y mucha luz.
Estatua seis
Descuajando montañas, derribando árboles, cortando maleza, sometieron a la naturaleza.
Estatua siete
Cada mañana cuando sale el sol, no importa si eres gacela o león
¡Ponte a correr!
Anti Estatua cinco
Nada por delante todo por detrás.
Anti Estatua seis
Mierda.
Estatua Ocho
El acné otra huella; Ponciano y Hebert acudían a los emplastos tradicionales y ninguno limpiaba la cara. Recogían clandestinamente la mierda de las gallinas, la última receta, para aplicársela a hurtadillas en la noche, pues fuera del dolor y la minusvalía del acné, vendría el desprecio si descubrían la elección de los remedios. Nadie tomaba el riesgo de lucha contrar el acné abiertamente, mientras lo comentarios se sucedían acerca de las caras remendadas con la desgracia. Sin embargo, el tiempo pasaba como si todas las caras tuvieran que ser bellas, blancas y limpias.
Construyeron un mundo de estatuas, exigiendo una justicia sin palabras suaves. El líder alcanzó la obesidad y las harinas de las desavenencias alimentaron la voluminosa panza. No pudo haber convivencia, los campesinos allá y los de la ciudad acá. Los primeros divididos entre los propietarios y los no propietarios y los segundo divididos entre los de arriba y los de abajo, entre los que tenían casa y los que pagaban arriendo, entre los que tenían como vivir y entre los que vivían de ilusiones, entre los que tenían palanca política y los que veían las distribución de los bienes públicos entre unos pocos. Luego los que viven arriba y los que viven abajo, los que tienen sombrero y los que sufren de alopecia. Los hombres y las mujeres. Al otro año surgió la división de los que peinaban el cabello a la derecha o a la izquierda. Nunca hubo entendimiento, había una honda grieta. Augusto el comerciante no fue aceptado en ningún estrato, andaba volando y quería ser amigo de los estratos altos pero ellos con suficiencia negaban el saludo considerándolo un extraño e igualado. Embargado en la culpa de existir guardaba la esperanza de ser incluido. Los artículos de su establecimiento comercial fueron adquiridos sin distinción social, pero el trato personal considerado deficiente, pues el comerciante como hombre que intercambiaba con toda la comunidad fue considerado de baja categoría en los círculos ciudadanos. Olga terminaría la vida como un murciélago en la lúgubre inmensidad de una misteriosa casona. A través de la hendiduras de la puerta se veía caminar despacio y derecha, luego blanca y gacha; decidió ser una prisionera de la soledad y el aislamiento encerrada en un laberinto donde reinaba la oscuridad. Sus hermanos hombres evitaron el trato personal con ella y las hermanas mujeres de igual manera ocuparon el tiempo absolutamente con los maridos. Ponciano no fue llamado a participar de la mesa principal, sino que le ofrecieron la inclusión como sirviente. Después de algún tiempo de ser mesero en el club social, de atender a los notables en las mesas cubiertas con gruesos manteles, reaccionó e hizo una extensa meditación sentado en una piedra del río sagrado, que en el fondo de la montaña descansaba oculto y prohibido. En ese río se hicieron los ritos fundamentales, los ritos asociados a los desgarramientos mentales. Uno de esos hombres fundamentales escribió una novela con el nombre de “Guarango”, también nombre del río, pero tuvo el desacierto de terminar el cuento en Cali. Los que asistían a esas riberas fueron estigmatizados, y con razón, quienes las visitaban tenía la intención de hacer un rompimiento con las gasas de la mentira.